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Prostitución

La prostitución es uno de los trabajos más criticados a nivel mundial desde siempre, con más prejuicios e incomprensión por parte del resto del mundo provocando una reacción evasiva solo con oír hablar del tema.

 

Las mujeres suelen ser el blanco principal. Algunas personas las apoyan, otras no. Simplemente ya ser prostitutas las convierte en un problema para la sociedad, en una etiqueta sin precedentes.

 

En la prostitución las mujeres no exponen sus deseos ni esperan la obtención de ningún tipo de placer. Por lo que no nos engañemos, no es libertad sexual. Libertad sexual tiene el prostituidor que compra un servicio, no la mujer a su servicio.

 

La prostitución es una forma de violencia de género cuando en ella existe coacción, intimidación, fuerza o explotación por parte de una tercera persona ajena a la actividad de prostitución de una persona, y especialmente grave cuando hablamos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual (donde ya sabemos que el 90% de las víctimas son mujeres y niñas).

 

La prostitución afecta en torno a 40-42 millones de personas en todo el mundo, siendo la gran mayoría de personas que se prostituyen mujeres y niñas, y casi la totalidad de los usuarios que consumen sus servicios hombres; estas declaraciones se encuentran en la resolución del Parlamento Europeo de 26 de febrero de 2014, sobre explotación sexual y prostitución, y su impacto en la igualdad de género.

 

Esto se considera violencia contra la mujer, y violencia contra la igualdad de género por la que tanto luchamos hoy en día.

 

Hoy en día, muchas instituciones pretenden que la actividad de la prostitución se considere como un trabajo, un trabajo que desarrollan dentro del principio de autonomía personal, teniendo derecho a adoptar las decisiones que se quiera sobre su vida y su cuerpo dentro de sus derechos.

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